martes, 5 de febrero de 2013

El principito (capítulo XXVIII)



XXVIII

El principito llegó al octavo planeta por fin, había dejado atrás en la Tierra a sus dos únicos amigos, pero estaba acostumbrado a dejar cosas atrás y esto le dolió relativamente poco en comparación a lo que después le sucedió.

En este octavo planeta era todo muy raro, estaba lleno de baobabs gigantes, jamás los había visto tan grandes, los habitantes de este planeta no solo no los arrancaban, sino que encadenados a unas frías y oxidadas cadenas eran obligados por un ser aterrador a regarlos con sus propias lagrimas, el principito no entendía nada.

Los volcanes en este planeta eran incontables, había millones de ellos, todos en erupción al mismo tiempo,  el principito sentía como el calor se apoderaba de su cuerpo y el nauseabundo olor de la ceniza que desprendían los volcanes del planeta le causaba un indefinible malestar.

Siguió explorando el terreno, siempre esquivando la mirada atenta del aterrador ser que maltrataba a los habitantes del planeta. De pronto el principito, vio algo que jamás habría deseado ver. En una inmensa explanada, observó millones de flores, distintas unas de otras, quemándose y gimiendo debido al calor del planeta, era tal el castigo impuesto que ni si quiera les llegaba la muerte que detendría su tormento.

Entre las flores, el principito desgraciadamente encontró a la flor de su planeta, la que tanto amaba, no pudo evitar correr hacia ella, fue entonces cuando el aterrador ser lo atrapó.

− ¿Qué haces tú, bondadoso príncipe, aquí en el planeta de los errantes? − preguntó furioso el monstruo.
− No me haga daño por favor, aterrice aquí sin quererlo, es mi corazón quien me guía.
− Las criaturas buenas como tú no deben estar aquí, mas si tu corazón te trajo alguna razón tendrá. ¿Cuál crees que puede ser?
− Disculpe, pero creo que es por la flor a la que he amado siempre, está aquí, en su planeta… quisiera recuperarla.
− En este planeta solo mando yo, dueño y señor de los reyes tiranos, las criaturas vanidosas, los borrachos desgraciados, los empresarios avaros y por último las crueles flores que han atormentado a otras criaturas. Y tengo el deber de castigarles, si valoras tu vida vete, pero tu flor no irá contigo, sin embargo si de verdad la amas comparte con ella su sufrimiento.
− Dueño y señor del planeta, la amo tanto, que no compartiré con ella su sufrimiento, sino que cargaré yo por siempre con él y a mi flor dejarás libre.− contestó heroica y decididamente el principito.
− Si eso es lo que deseas, adelante, ve con tu flor, cuéntaselo todo y ocupa su lugar.

Lloroso, nuestro virtuoso principito, sin mediar palabra liberó a su flor del castigo ocupando él su puesto, el resto de las errantes flores, lo admiraban pero aún miraban con rabia y envidia a la flor del principito, todavía las quedaba mucho por aprender.


FIN

Jacobo J.

domingo, 27 de enero de 2013

Carta de Recomendación:


Estimada encargada de recursos humanos del ayuntamiento de Madrid, le escribo esta carta para solicitar el puesto de trabajo vacante como técnico superior de recogida de residuos urbanos.

Le aseguro que estoy capacitado para llevar a cabo este trabajo, se preguntará por qué. Bueno, le explico. He sido durante 12 años alumno del Colegio Retamar donde he adquirido mediante la práctica una amplia experiencia y una serie de conocimientos básicos desde el primer año, acerca de la recogida de residuos.

Creo que no encontrarán en toda la Comunidad de Madrid personal igual de cualificado para este trabajo como los alumnos del Colegio Retamar. Espero impaciente su llamada.

Atentamente un indisciplinado e inapetente alumno del ilustre colegio.

Jacobo J.

viernes, 25 de enero de 2013

La lechuza espectante:



Cae el sol  llega la noche
en el  firmamento la luna hace de broche
no se oye entonces bulla alguna
¿acaso es hoy noche lobuna?

Aquí en la rama oteo el bosque
si el aullido oigo, señal de muerte
en la espesa niebla una sombra inerte
espera a que el guarro la trocha emboque.

El fiero cochino jamás huirá
y el agudo lobo lo asaltará
sabe que el cerdo ya no escapará
y el valle expectante los esperará.

La encarnizada lucha ha comenzado
gruñidos, golpes y algún dentallazo
solo un  factor decidirá
cual de las bestias derrotará.

El aullido del lobo los ruidos irrumpe
la piara del guarro hermanada y valiente
acorrala al can que tiembla impaciente
su muerte llega, él es consciente.


Jacobo J.

jueves, 24 de enero de 2013

Paso atrás, esguince seguro:


Cada mañana, cada tarde y cada noche, haya ido como haya ido el día, jamás debemos
abandonar la costumbre del:

Buenos días, buenas tardes, buenas noches. Buenos días, buenas tardes, buenas noches.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches. Buenos días, buenas tardes, buenas noches.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches. Buenos días, buenas tardes, buenas noches.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches. Buenos días, buenas tardes, buenas noches.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches. Buenos días, buenas tardes, buenas noches.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches. Buenos días, buenas tardes, buenas noches.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches. Buenos días, buenas tardes, buenas noches.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches. Buenos días, buenas tardes, buenas noches.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches. Buenos días, buenas tardes, buenas noches.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches. Buenos días, buenas tardes, buenas noches.

Si se diera el caso, preocúpate, habrás dado un pequeño paso hacia tu deshumanización.

Jacobo J.

miércoles, 23 de enero de 2013

El Hombre Tranquilo:




El pasado domingo, mi padre que es un cineasta, consiguió sentarme a ver la película "El Hombre Tranquilo", de John Ford, considerada por muchos la mejor película de la historia del cine.

La película trata, sobre un emigrante yankee  Sean Thornton (John Wayne) que vuelve a su pueblo natal irlandés, donde se enamora de Mary Kate (Maureen O´Hara) y donde transcurren una serie de hechos, que no os voy a contar,  para que así veáis la película.

Bueno, lo que quiero contaros realmente son algunos detalles de la película, que si no es por ellos no me hubiera gustado lo mismo, y que creo que son estos los que la convierten en una obra del cine entrañable. Son los siguientes:

El primero y más relevante es la forma en la que el director consigue convertir a cada personaje de la película en tipos entrañables. Ya sea el mediador borracho, los dos párrocos, el tabernero o incluso el propio caballo, que cada vez que pasa frente a la taberna se para.

La alegría que consigue transmitirnos mediante detalles, entre los que destacan: los cánticos en la taberna, los planos perfectos de los paisajes irlandeses, de verdes prados pastados por ovejas, la enternecedora casa llamada Mañana Blanca, etc.

La famosa escena del beso entre Sean y Mary, que es copiada en otras películas. Como por ejemplo en E.T. Lo que me gusta es el hecho de que la escena de una película antigua consiga hacerse eterna y se copie en películas más modernas brindandosela un simpático homenaje.

Se aprecia gran sentido del humor, con el que la película adquiere un tono agradable por el que el malo no te cae tan mal y el bueno no es un bueno aburrido ni un mártir sino que también tiene su lado perverso.

Por último, me pareció curioso como John Ford resalta con total sencillez los valores esenciales y las conmovedoras tradiciones.Presentándonoslas de una forma muy sutil, por ejemplo: la religión, la familia, el matrimonio, el orgullo, el arrepentimiento, la valentía, la irrelevancia del dinero, etc.
“! Homérico!”

Jacobo J.

Atardecer Trujillano:


Las laderas encinadas
abrigadas por la hierba
jara, tomillo y lavanda
dan colores a la tierra.


El sol del atardecer
enorme  y anaranjado
nos presta el lujo de ver
  lejanos campos sembrados



Jacobo J.

lunes, 14 de enero de 2013

Felicidad hasta en la sopa:




Son las 16:15 de un viernes de enero. Es la última hora, el profesor habla, pero a ti no te importa. Sientes el calor del radiador mientras miras por la ventana. Estás abstraído en tus más profundos pensamientos. Observas como los esqueléticos árboles sin hojas son azotados por el gélido viento del invierno. El cielo oscuro, cubierto de grisáceas nubes ensombrece el ambiente y entretanto oyes el lúgubre rugir del ventarrón que dificulta el vuelo de las urracas, que cada tarde acuden al jardín de debajo de la clase a picar el suelo... piensas ¿lloverá esta noche? Que más da, vais a salir de todas formas. La clase avanza y las 17:00 se acercan, pero tú sigues pensando en tus cosas hasta que, sin darte cuenta ya estas yendo a la ruta con tu mítico abrigo puesto. No sabes por qué, pero estás feliz. Dejas atrás todas tus preocupaciones para adentrarte en el fin de semana. Llegas a tu ruta, la de toda la vida, te sientas en tu sitio de siempre, empiezas a oír música y te quedas dormido plácidamente.

Es la rutina de cada viernes, nos hace estar felices, y es que para estarlo no es necesario hacer grandes cosas, basta con disfrutar de los pequeños placeres de la vida que se presentan cada día,  porque cuando seamos mayores añoraremos con lo más sincero de nuestro cariño y nuestra nostalgia estos recuerdos y lo que nos hacían sentir.

“disfruta cada segundo de la vida como si fuera el último, entonces serás feliz”

Jacobo J.